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El club de la lucha

Este primero de mayo será un día atípico. Más que el habitual día de descanso para los trabajadores, será vivido como la antesala al comienzo del fin. Sin embargo, puede ser también un día de recuerdo, tanto para los que acostumbran a salir a reivindicar sus derechos, como para los que simplemente lo toman como un alivio a sus extenuantes jornadas de trabajo.

Porque el Primero de Mayo reivindica a los trabajadores. A las luchas que durante más de 100 años han librado para arrancar Derechos que hoy damos por sentado. La fecha conmemora a los Mártires de Chicago, que fueron a la huelga para pedir una jornada de 8 horas y pagaron ese pecado con sus vidas. Las vacaciones pagadas, la pensión de jubilación, los servicios sociales, la tan necesitada sanidad pública o la educación pública, son otros de los muchos Derechos que hoy no disfrutaríamos sin el esfuerzo y sacrificio de la clase trabajadora.

A veces parece difícil relacionarse con esas historias, definir qué es la clase trabajadora a día de hoy. Pero son los mismos que entonces, con los matices y complicaciones que nuestro tiempo impregna a todo. Son los desposeídos, los asalariados, los autónomos, los sanitarios, los riders, los agricultores o los emprendedores. En definitiva, todas aquellas personas que aspiran a construirse un presente y un futuro, bajo la constante amenaza de que las decisiones de otros lo arruinen todo. Estos son los trabajadores, los miembros de un club que no conoce fronteras.

Muchas veces se dice que la Historia hay que conocerla para no repetirla. Se podría decir, también, que hay que conocerla para repetir aquello que funcionó. E igual que la Historia nos enseña que las crisis la pagan los trabajadores, nos muestra cómo estos pueden, y tienen, que defender sus derechos. Porque en las crisis, como la que se avecina, se nos dice que hay que ceder, dar un pasito atrás para, en el futuro, dar dos adelante. Pero ya sabemos que eso no pasa. Que, si se cede, esos derechos no vuelven.

Hay que recordarlo. Hay que seguir construyendo ese camino hacia el futuro, con nuevos métodos, pero el mismo espíritu. Defender con convicción lo ganado y no ceder en la conquista de más, pues ese es el único futuro. Hacerlo unidos, porque ahí radica la fuerza de los trabajadores. Y es que la primera regla de este club es que nadie puede dejar de luchar.

Pablo Vila Chirinos

 

 

  1. Pepa García Says:

    La clase trabajadora no es “un club” que nos sea ajeno.Todas las personas que dependemos de un salario o una pensión para sobrevivir somos clase trabajadora, aunque la propaganda nos hace sentirnos más cómodas autocalificándonos como “clase media”.

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