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Antonio Duato Gómez-Novella. Presidente Honorífico. «Hugo Zárate, 25 años de la Fundación»

Consumatus in brevi, explevit tempora multa (Sabiduría, 4, 3)

[Vivió poco tiempo pero llenó muchos años]

 

Efectivamente, la vida de Hugo entre nosotros fue una vida intensa, consumada en breve tiempo.

Me recuerda Marita que la Fundación que lleva su nombre cumple 25 años y a mí se me amontonan intensos recuerdos de los menos de veinte años que tuve la gracia de gozar de su compañía y amistad. Esa intensa vida la llevo enmarcada entre estas dos escenas:

Una tarde de 1976 en la Parroquia de Begoña del Puerto de Sagunto.

Me estoy quitando los ornamentos con que he celebrado la misa de la tarde a las pocas señoras mayores que asistían en un día entre semana. Me estoy preguntando quién sería ese joven de aspecto fortachón y poblado bigote que estaba hoy entre ellas, contestando a los pocos diálogos que se utilizan en la reglada liturgia católica. En ese momento entra en la Sacristía y me da una tarjeta de un párroco amigo de Salamanca que había sido su consiliario en la JOC de Avellaneda. Acababa de llegar de Argentina, huyendo de las previsibles consecuencias que tendría para él, líder sindical en la Ford, la dictadura de Videla y, tras visitar a su amigo de Salamanca, llegaba a Valencia con el deseo de hacer una vida aquí, donde por entonces se vivía euforia democrática tras la muerte de nuestro dictador.

Yo me hice cargo enseguida y le dije: “Mira, Hugo. No tenemos más tiempo para que me cuentes cosas. En este momento me tengo que ir a Agullent para cuatro días. Pero tú te quedas aquí de amo y me haces un favor”. Le enseñé su habitación y la cocina, le di las llaves y algo para la compra y me fui. Después he pensado que esa inmersión repentina en el ambiente del Puerto debió ayudar a forjar los cimientos de su futura acción, tan amplia y eficaz, en tantos otros barrios de Valencia.

Después vinieron muchas horas y años de charlas (¡qué gran analista era ese obrero ilustrado y realista!) y amistad. Él vivió momentos felices y amargos, trabajó en lo que pudo y durmió donde le prestaban un techo. Hasta que un día me presentó a su novia (yo era para él la máxima referencia familiar, su hermano mayor) y fundó un hogar con Marita, militante del PSOE, eligiendo el barrio de la Malvarrosa, adonde les seguí tras dejar la parroquia del Puerto de Sagunto.

Otra circunstancia, el no tener hasta muy tarde la ciudadanía española, contribuyó a que centrase su enorme vocación política en el asociacionismo vecinal y en las políticas de barrios, tan necesaria entonces, en la transición democrática como lo es ahora, al vivir confinados en nuestras calles esta inesperada pandemia.

Una tarde calurosísima del 29 de Julio de 1994 en el Cementerio del Grao

Había llegado la noticia como un rayo repentino y terrible. Al regresar de unas vacaciones con Marita por el norte, mientras descargaban el coche, un infarto masivo se había llevado de esta vida a Hugo. Yo acudí al entierro enormemente afectado. Mis avatares personales, optando radicalmente por el amor y los hijos (acababa de nacer el segundo), me habían alejado de la Malvarrosa y del trato más cercano con Hugo. Pero no me podía imaginar a Hugo muerto, aunque estaba en su entierro.

Me encontré con una inesperada multitud de gente conmocionada que iba como yo a darle el último adiós. Había gente de todo tipo, desde la exalcaldesa y presidenta de la Diputación Clementina Ródenas, la alcaldesa Rita Barberá, Ricard Pérez Casado y otros políticos. Pero, sobre todo muchos dirigentes vecinales y la gente más sencilla de muchos barrios de la ciudad y de la comunidad. Un viernes a las 4 de la tarde, con muchísimo calor en el último fin de semana de julio. Todos sin protocolo ni ficción, llevando en el corazón el dolor por esa tremenda despedida de una persona buena. Me vino a la memoria la escena anterior. Había pasado 18 años solo. ¡Qué cambio! Y todo se lo había hecho él.

Fue entonces cuando pensé: “Antonio, esto no puede quedar así. Hay que mantener a Hugo vivo en esta sociedad que ahora le llora”. Y como en ese momento estaba yo trabajando en fundaciones (ETNOR, FVIB) se me ocurrió que para mantener a Hugo vivo y activo en una sociedad más necesitada de estímulos democráticos y líderes más que nunca, era necesario mantener unido ese capital humano de quienes ahora vivían juntos el duelo, a través de una Fundación que llevara su nombre.

La idea cuajó en un pequeño grupo inicial, se puso en marcha jurídicamente como institución, se ha mantenido activa y fructífera a lo largo de 25 años (en su página web se recoge parte de lo actuado) y hoy se ofrece como instrumento actual y necesario para acompañar una democracia integral a partir de la base.

Claro que esa otra vida del ausente-presente Hugo Zárate se debe a la constancia de quien ha sido su presidenta, Marita Macías, la persona que más cerca estuvo de él hasta la trágica despedida. Pero estoy seguro de que ella misma reconocerá que el espíritu (con minúscula o mayúscula, como queráis) de Hugo ha sido quien ha ido convocando cada vez a más gente y resolviendo todos los problemas que suelen tener las instituciones como las solía solucionar Hugo, con humildad, desinterés, acogida del otro, diálogo y actitud de servicio.

Auguro pues a la Fundación Hugo Zárate muchos años más de actuación renovadora y democrática para que se extienda en todas partes, desde su natal Argentina hasta su España elegida, desde las villas bonaerenses a los barrios de Sagunto y del marítimo, ese espíritu de colaboración vecinal que es la mejor levadura para la democracia integral que esperamos renazca de la gran pandemia.

 

Antonio Duato Gómez-Novella

 

 

  1. Pedro Macias Says:

    No deberían irse los más grandes. Tú Hugo fuiste una gran persona, un gran hombre, amigo y hermano. Siempre me apollaste con tus consejos, amistad, sinceridad y cariño. Alguien que siempre he llevado y llevaré en mi corazón. Siempre ayudando a las personas fuesen de cualquier idiología, cualquier nivel, sin importarte color ni nacionalidad. Lo que tú Hugo hermano, has hecho por la sociedad y mucho más, no conozco a nadie que lo haya hecho como tú, fuiste y serás aquella persona que siembre nos gustaría tener al lado. Un beso muy grande.

  2. Andrés Pinar Godoy Says:

    Bonito y emotivo articulo Me parece fundamental mantener viva la memoria y recordar la obra de personas tan excepcionales como Hugo. Necesitamos gente como él, con inteligencia, saber hacer, y entrega total sin ambages .Personas con capacidad de mover la sociedad injusta y alienante en que vive la mayoría de la ciudadanía .Mantener, perfilar e incrementar su obra y sus ideas, ha sido y seguirá siendo la labor de su compañera Marita Macías, con su portentosa capacidad,su cultura y su entrega. La fundación
    y su pagina web,auténtica revista cultural, hecha referencia, aclara, perfila, profundiza,toma partido y promueve las acciones necesarias en todo lo que afecta a los problemas vecinales y generales de los ciudadanos en esta compleja y difícil sociedad a que ha llevado la evolución del sistema de producción instalado

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