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Aritmética

No hace falta saber mucho de aritmética para algunas cuestiones. Basta con utilizar las cuatro reglas con una cierta lógica y sin intentar hacer trampas.

Por ejemplo, a las personas como yo; mayores, pertenecientes al grupo de riesgo médico y sin un papel relevante en el funcionamiento de la sociedad, se nos pide que cumplamos el confinamiento a rajatabla. Esto no es solo para salvarnos la vida, sino también para que no nos convirtamos en agentes transmisores del virus, además de que esa prudente actitud contribuye a un mayor desahogo de los medios sanitarios que así pueden dedicarse mejor a los que desgraciadamente se han visto contaminados. De este modo, los que cumplimos esta simple medida nos unimos al grupo de los que suman, mientras que los que no lo hacen, ya sea por falta de sentido común o bien por falta de solidaridad o empatía, restan.

Los que están en los servicios sanitarios en general, todo el que de una forma u otra interviene en la atención sanitaria; los policías locales y nacionales; la guardia civil; militares; bomberos; camioneros; establecimientos de artículos de primera necesidad; voluntarios de todo tipo… aquellos que colaboran para que se cumplan los servicios mínimos o con los sanitarios y servicios sociales; el personal que atiende en las residencias de la tercera edad; todos los trabajan y solventan los problemas surgidos de esta inesperada y novedosa pandemia; los que han aceptado en muchos casos improvisadas funciones, asumiendo esfuerzos y riesgo; todos ellos son los que hoy multiplican, los que posibilitan que cuando sea, cuando toque, cuando se pueda, probablemente de una forma lenta, escalonada, prudente y pausada, volvamos a la futura nueva “normalidad”. Obviamente, ya no será la misma de antes, sino creada a partir de que hayamos aprendido, o no, las lecciones que el coronavirus nos está dando.

Los que antes y durante y, sin duda, también después, se dedican a poner trabas, a criticar en vez de colaborar en el trabajo colectivo, a propagar bulos que minan la moral de los muchos millones de personas (incluido los gobernantes) que se están esforzando al máximo, esos, hoy, dividen como nunca y… siempre son los mismos: los que no tienen el menor sentido de pertenencia a sociedad alguna, (salvo si son S.A o S.L) los que únicamente miran por sus intereses particulares, personales, profesionales o políticos… en cualquier caso, su propio ombligo.

Se pueden y se deben (yo estoy haciendo una) hacer críticas de todo tipo, y a todo el mundo (especialmente a los gobiernos, ya que son los que toman las decisiones prácticas) pero cuando existe un problema que afecta a todo nuestro país y estamos inmersos en un problema muy grave resulta miserable voxciferar.

Miguel Álvarez

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