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Cómo explicar a la gente el Cambio Climático

Los comunicólogos saben que el «éxito» de un mensaje depende de a quién se envía y qué recursos se utilizan para que lo entienda y acepte.

Lo primero que tenemos que saber acerca de la audiencia a la que le queremos transmitir un mensaje es que, ante una situación crítica, no todos los colectivos responden del mismo modo. Los hay que desarrollan una actitud solidaria, mientras que otros agudizan su individualismo y siguen la consigna del «sálvese quien pueda». Lo hemos comprobado durante la pandemia y ante la terrible oleada de calor en Canadá. Por lo general, se ha podido constatar que es la gente acostumbrada a vivir situaciones críticas la más dispuesta a escuchar, comprender y ayudar. Incluso hay personas que pueden asumir más de una crisis al mismo tiempo y otras que no superan ni siquiera una sola jamás. Durante la actual pandemia, por ejemplo, se ha disparado el índice de suicidios; sobre todo, entre los más jóvenes.

Un obstáculo que debemos tener en cuenta, por muy eficaz que sea nuestro «relato» acerca del cambio climático, es que las personas y colectivos con problemas graves de carácter emocional, social o financiero necesitan todas sus energías para solucionarlos y no están preparados para enfrentarse a un problema añadido que, además, es tan grave como el cambio climático.

Por otro lado, hay mensajes que pueden resultar poco «empáticos» en tiempos críticos si el público percibe que el comunicador es insensible a las necesidades más urgentes de la sociedad. El resultado es un rechazo al mensajero y su mensaje. Un ejemplo de escasa comprensión sería decirles a los vecinos de Florida a quienes se les ha caído el edificio que, posiblemente, la subida del nivel del mar como consecuencia del cambio climático es el culpable, porque no resuelve sus necesidades urgentes e inmediatas.

En conclusión, es fundamental preguntar lo que preocupa a cada una de las audiencias a la que nos dirigimos para conocer sus necesidades y transmitirles así un mensaje eficaz.  Ciertamente, es más fácil llegar a quienes están preparados para asumir una crisis y crear una interconexión más rápida y profunda, pero jamás imponiendo un punto de vista determinado o haciendo proselitismo.

En cuanto a los recursos comunicativos más eficaces, lo primero a tener en cuenta es que no podemos imponer un tema como el más grave, por muy cierto que sea, a audiencias que acaban de atravesar una situación crítica. No olvidemos que los seres humanos tenemos una capacidad limitada a la hora de prestar atención a más de un asunto crucial al mismo tiempo. Por eso, poco importará que el cambio climático sea más importante que la pandemia o el desempleo para la gente, que lo viven muy en presente. Ahora bien, llegado el momento, dicha situación podría servir de catalizador para hablar, por ejemplo, de la urgencia climática. Recordemos, en ese sentido, que las percepciones del público respecto de un tema pueden cambiar en el transcurso del tiempo y deberíamos estar pendientes para utilizar esas mutaciones en provecho propio.

Uno de dichos recursos consiste en proyectar las propias experiencias traumáticas para conectarlas con el cambio climático mediante argumentos que vinculen ambas áreas e, incluso, extenderlos a áreas más amplias.

Otro, en vincular las necesidades de cada audiencia con la situación que están viviendo en el momento de producirse la comunicación y observar cómo reciben las distintas audiencias el mismo mensaje.

Aunque pueda parecer contradictorio, en determinadas situaciones, una condición disruptiva puede aportar recursos comunicativos que modifiquen los puntos de vista de la gente y, por tanto, sus respuestas ante la crisis. La pandemia, por ejemplo, ha dado pie a más intercambios conversacionales entre distintos colectivos sociales que han propuesto luchar por el mantenimiento de un medio ambiente menos contaminado y a involucrarse en asuntos básicos que nos atañen a todos, como son el cuidado de la naturaleza, los relacionados con las reservas alimentarias y un creciente interés por la sostenibilidad.

También es un recurso muy eficaz transformar las respuestas emocionales negativas en enérgicos motivadores de compromisos y acciones personales y sociales. Ahora bien, no debemos olvidar que los niveles de interés del público varían y, por tanto, tendremos que desarrollar aquellas habilidades que reactiven las respuestas deficitarias de algunas comunidades.

¿Qué podrían tener en cuenta los comunicadores a la hora de potenciar dichos recursos?

En primer lugar, no olvidar que el interés del público por un determinado tema presenta altibajos que dependen del colectivo social. En ese sentido, sería interesante observar y estudiar dichas tendencias para transformarlas en beneficio del medio ambiente.

En segundo lugar, hay que facilitarle a la gente hechos tangibles cuando se le transmitan mensajes relacionados con impactos climáticos para que elaboren una respuesta personal eficaz. Podría llevarse a cabo mediante un diálogo abierto en el que compartir historias personales.

En tercer lugar, utilizar en beneficio del medio ambiente las consecuencias de la pandemia. Numerosas encuestas han constatado desde que empezó que importantes grupos poblacionales de todo el mundo consideran el cambio climático la mayor amenaza planetaria y están convencidos de que marcará sus vidas y las de sus descendientes para siempre. Es más, lo consideran tan grave como la Covid-19 y ya hay evidencias, en algunos países, de que los cambios en los estilos de vida imperantes asociados con el confinamiento han aumentado el interés por temas relacionados con la sostenibilidad. Ahora bien, eso no implica que el interés crezca necesariamente en el futuro. En ese sentido, ya hemos hablado en el párrafo anterior de altibajos… Convendría dilucidar a qué podrían ser debidos. Quizás al fracaso de las conferencias sobre el clima, los ataques de los escépticos climáticos, la inseguridad económica que siguió al crack financiero de 2008 y la desidia de medios de comunicación, políticos y figuras sociales preeminentes ante la cuestión, ya que su interés ha bajado dramáticamente.

No podemos conjeturar cuál será el compromiso de la sociedad con el cambio climático si siguen produciéndose sucesos futuros impredecibles y un prolongado declive de la economía, pero debemos continuar en la brecha.

Pepa Úbeda

 

 

 

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