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«Domingo de Ramos» Palma.

Hoy es domingo de Ramos. Hoy comienza la deportación de personas a Turquía. Domingo de la Pasión del mundo. De la vergüenza.En muchos lugares de nuestro país, las miradas se empañarán en esa especie de dolorismo cromático en donde se unen tantas cosas que no vamos a desmenuzar ahora. Pero las miradas estarán desviadas de la auténtica Semana Santa del mundo. En ese sinsentido esperpéntico nos sentiremos más humanos, mirando estatuas que representan en similitud apabullante lo que está pasando ahora mismo en las fronteras de nuestra vieja cansada de sí misma Europa.

Y miles y miles mirarán arriba porque mirar abajo te sacaría los colores. Y las plazas ya se estarán llenando, pero no para gritar “¿Dónde está nuestro hermano/a?” sino para gritar con la voz de la indiferencia y de la distracción: “Crucifícalo, crucifícalo”.

Pero no lo sabremos, porque la sutileza con la que la indolencia se cuela y los modos en los que se camufla en un sentimentalismo de cera y nardo son espeluznantes. Y ninguna de esas asociaciones humanas, que en gran parte hacen su trabajo a los poderes fácticos de la distracción y del pan y circo, será capaz de poner un eslogan que una a la imagen y a la realidad, en una especie de explicación para torpes que permita despertar a la trupe enfervorecida. “Ecce Homo”. Aquí está el hombre, y la mujer. La madre y el hijo. El padre y la hija. La abuela y el nieto. El esposo y la esposa, el hermano, la amiga, el amante. Aquí están Mohamed, Ahmad, Khaled, Ali, Fátima, Hala, Lina con rostros de Despojado, Amargura, Esperanza, Silencio, Sed, Calvario, Humildad y Paciencia.

No. No habrá ninguna señal que sea capaz de unir significante y significado, metáfora y su verdad. Y nuestrxs hermanxs serán devueltos allá donde nadie sabe qué va a pasar con ellos, y la tierra y las mafias se habrán tragado su dinero y sus ganas de respirar en paz. Y nadie se enterará porque en esa clase de locura colectiva, nadie será capaz de darse cuenta que las imágenes procesionantes los representan en cada uno de los momentos de su pasión particular.

“¿Qué queréis que haga con él?” Y nos sentiremos absueltos del crimen porque sentiremos pena por el trozo de madera. Y los poderes fácticos habrán conseguido una vez más su cometido: que la fuerza de la compasión que tiene el ser humano se diluya en espectáculos de masa de ojos empañados y solemnidad artificiosa.

Aquí está el hombre y la mujer. ¿Quien señalará realmente su dirección? ¿Quien los mirará? Ni el profeta será escuchado.

“¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se reveló el brazo del Señor. Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado.”Is 53, 1-ss)

J. Palma.
Artículo publicado aquí.

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