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El compromiso social de las mujeres

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En las Ong’s, así como en otros ámbitos de la sociedad, las mujeres juegan un papel crucial que, en demasiadas ocasiones, es invisibilizado.

Debo decir que mis inicios en el mundo de lo social, se retrotrae a más de 30 años. Es el tiempo de cuando trabajamos para que la democracia llegase a este país. Por tanto, en todo este largo periodo, la trayectoria de lo que llamamos “compromiso social” ha vivido una gran evolución y yo diría que hasta transformación.

En aquellos años la participación de la mujer no se contemplaba como algo absolutamente necesario, y desde la paridad en absoluto. Interveníamos porque nos lo creíamos y punto. Trabajábamos como nuestros compañeros, pero sí que sufríamos la discriminación. Entonces era algo inherente a la situación social.

Sin embargo, las mujeres estábamos presentes en todos los ámbitos y en mayor número que los hombres. Por ejemplo:

  • En el mundo de las Asociaciones de Vecinos (así denominadas entonces, como si no existiesen vecinas), quienes desarrollaban la mayor parte del trabajo éramos nosotras, tanto a nivel de los barrios como a nivel de relaciones institucionales; no obstante las representaciones de las asociaciones las ostentaban los hombres. Cabe decir que yo viví una experiencia diferente y ejemplar porque mi asociación vecinal estuvo representada por un hombre extraordinario con el que ni yo, ni mis compañeras, vivimos esta situación. Con él compartí 17 años de mi vida.
  • En los Partidos Políticos, nuevamente, la militancia política estaba claramente diferenciada dado que las responsabilidades orgánicas de máxima representación eran ostentadas por los compañeros, además, ello siempre unido a responsabilidades en cargos públicos. Es decir, si se aspiraba a tener una responsabilidad pública, remunerada, debía estar unida a una responsabilidad orgánica no remunerada, naturalmente. Creo que sólo algunas mujeres, pocas francamente, que teníamos nuestra faceta profesional resuelta, e independiente del partido político, pudimos tener responsabilidades orgánicas de cierta importancia, pero naturalmente tocando el poder muy de lejos. Esto era cosa de los chicos.

Con todo ello, la participación ciudadana que se pudo haber desarrollado desde las organizaciones políticas se desvirtuó por esta situación interna de las organizaciones. Además, era muy difícil sostener las militancias en los partidos políticos y las asociaciones vecinales simultáneamente, dado que ni una ni la otra comprendían esa doble condición y acusaban de sumisión e intrusismo a quienes las practicamos.

  • En el área profesional, y concretamente en el de la Economía Social, el 90% éramos mujeres, suponiendo el cuerpo social del cooperativismo y del trabajo de apoyo y servicio a las personas (servicios sociales). Pero de nuevo las direcciones de las empresas sociales, así como los máximos representantes de las administraciones públicas, eran hombres.
  • En la Universidad, no descubro nada al escribir que el porcentaje de alumnas es superior al de alumnos y en cuanto al profesorado se reproduce la situación: mayor número de hombres en las direcciones de departamentos, vicerrectorados y rectorados.

En estas cuatro áreas he desarrollado mi vida profesional y militante, durante estos años, y mi experiencia me ha hecho sentir el gran compromiso y entrega de las mujeres cuando decidimos apostar por algo. La vitalidad de las mujeres y la entrega es algo muy difícil de contemplar en los hombres. Nuestra disposición a trabajar en equipo es ejemplar y no quiero angelizarnos porque también en nosotras existe la lucha por el poder, pero creo que lo ejercemos de un modo más democrático y solemos pensar en alcanzarlo no tanto y solo por su ejercicio, sino por ejecutarlo pensando en la consecución de un fin y bien común. La solidaridad no es difícil de encontrar entre las mujeres organizadas, muy al contrario, es dónde más yo la he sentido.

Hoy la situación se ha transformado, tanto en cuanto a calidad y cantidad de las mujeres participantes en los movimientos sociales. Éstos ya no son sólo las asociaciones vecinales, hegemónicas en su momento y casi únicas representantes de las y los ciudadanos. Hoy los movimientos sociales vertebran la participación de modo sectorial y amplio, dado que las problemáticas sociales son más numerosas y la conciencia ciudadana se ha desarrollado extraordinariamente respecto a ella. La juventud se involucra en múltiples frentes de carácter global y a través de organizaciones muy estructuradas con redes planetarias impensables hace años, puesto que la revolución tecnológica nos permite esta interacción a distancia. Naturalmente, esta interconectividad permite también a las personas de mayor edad el comprometerse de igual modo.

Y en esta nueva situación, las mujeres seguimos estando presentes tanto en los movimientos de proximidad, donde las relaciones se producen cara a cara, como en los compromisos a través de la red y con miles de kilómetros de distancia entre sus miembros.

Creo que por el gran esfuerzo de las mujeres durante años, y haber conseguido que la paridad se lleve a cabo en casi todas las organizaciones sociales y políticas, la presencia de las mujeres es ahora mayor, tanto entre la militancia de base como en los puestos de representación. También la preparación de las mujeres en general, y de las jóvenes en particular, es muy superior.

Lo que nunca debemos perder es la sensibilidad extraordinaria y distinta que siempre hemos tenido las mujeres para mejor comprender nuestro entorno y gestionarlo. De algo tiene que servir la experiencia centenaria de “amas de casa” y de haber aprendido a gestionar bien, y con poco, el día a día.

La toma de conciencia por los temas cruciales actuales como el Cambio Climático, la Paz, los Procesos Migratorios y de Refugiados, la Crisis Económica y la Soberanía Alimentaria, por ejemplo, o por los temas básicos como el Empleo, la Vivienda, la Sanidad, los Servicios Sociales, está totalmente representada por miles de mujeres que piensan, cuestionan, militan y representan a todos estos movimientos, desde lo local hasta lo más lejano y global.

Y, por supuesto y como mención especial, está el compromiso de las mujeres para combatir la terrible lacra de la Violencia de Género, consiguiendo no sólo nuestro propio compromiso, sino la concienciación de la sociedad en general y también el compromiso de muchos hombres en particular.

Para finalizar, y un poco para explicar por qué la mujer está tan implicada en el contexto en el que vive, mencionaré a una de mis autoras favoritas. Vandana Shiva, Ecofeminista, que trabaja principalmente en los países empobrecidos del tercer mundoelaboró “la recuperación del Principio Femenino, como fórmula por la que la sociedad entera pueda acceder a un sostenimiento ecológico, tal como ocurría en anteriores civilizaciones y culturas, en el que podamos ver a las mujeres y la naturaleza como productoras de vida, en interrelación con el hombre y con todos los seres, como eslabón entre lo humano y lo natural, con una conceptualización sagrada de la vida en la naturaleza y concibiendo la productividad de modo diferente al de los procesos de acumulación de capital” (Ensayo “Sociología Ecológica” de Marita Macías).

Marita Macías.
Articulo publicado en la revista ConlaA.

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