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El mundo por de dentro

En agosto, definiendo la nueva normalidad.

Parece que al final el sector turístico va a hacer su agosto. Aunque sea el agosto de la nueva normalidad post pandemia, casi. Un agosto con mascarillas, con metro y medio de distancia de seguridad, con o sin certificado Covid. Este año lo van a protagonizar los turistas nacionales. Dicen las estadísticas que ni siquiera la mitad de los españoles pueden cogerse vacaciones, pero la mitad que si puede cogerse vacaciones como ha estado enclaustrada tiene más ahorrillos que otros años. No es lo que los hoteleros querrían, casi nunca lo es, pero… los de HOSBEC se han pasado pidiendo la suspensión cautelar del plan del INSERSO. Entre tantas oleadas de virus, la de agosto está siendo menos grave en lo sanitario, y más gratificante en lo económico. La nueva normalidad la vamos definiendo entre titubeos, intereses, y tiras y aflojas.

Agosto de por sí ya tiene un incentivo: las cabañuelas nos pronostican el tiempo en los próximos 12 meses. Dicen los que saben de esto que el tiempo entre el 11 y el 14 de agosto corresponde a junio del año que viene. Las cabañuelas adivinan el tiempo, aunque la tradición no dice nada de si podremos tener hogueras. Falta hace ya.

En este agosto ya nos han dicho que: el paro se redujo en los meses anteriores como no lo había hecho hasta la fecha y la afiliación a la Seguridad Social bate récords. Sí, seguro que es trabajo eventual en su gran mayoría, pero ya hay empresarios en algunas comunidades que no encuentran mano de obra ni trayendo extranjeros a trabajar aquí. La razón es que en algunas comunidades la vida es muy cara y con el sueldo de un camarero, es difícil pagar cualquier alojamiento, no digo ya un piso. Esta es, también, la nueva normalidad.

El CIS nos dice este año otra vez, que los españoles aceptamos los impuestos sobre todo como medio para que el Estado pueda seguir prestando servicios públicos; más incluso que como una herramienta de redistribución y de combatir la desigualdad. Pero hay sus más y sus menos. La asistencia sanitaria que es el estudio de hace seis años era la tercera más valorada con un  48,3 %, por detrás de la seguridad ciudadana y el transporte público, está ahora en primer lugar con un 61,8% superando a los anteriores servicios que  mantienen el mismo nivel. Sube de manera notable la enseñanza con un 46,8% y le sigue los servicios sociales que se sitúan en quinto lugar con una subida de más de 12 puntos. Quien no levanta cabeza es la administración de justicia, sólo un 19% de los españoles considera que funcionan “muy” o “bastante satisfactoriamente”. Lo dicho, la sanidad recoge la satisfacción “mucha” o “bastante” de dos de cada tres españoles. En el otro extremo está la justicia dos de cada tres españoles consideran que funciona “poco” o “nada satisfactoriamente”. Aquí no llega la nueva normalidad, y la antigua tampoco era normalidad. Es que agosto tiene nombre de emperador y hay situaciones imperiales que parece no querer superar, y ni lo intenta.

Agosto nos trae la noticia de que en un par de semanas el 70% de la población española estará vacunada con las dos dosis. Y aún hay quién pretende una tercera, a pesar de lo que diga la Organización Mundial de la Salud. Los laboratorios, aparte de subir el precio de las vacunas, están cebados en que hay que poner una tercera. Cuando más de medio mundo no ha conocido ni la primera dosis. Deben ser los calores del verano, pero no se entienden muy bien las pretensiones de los fabricantes de vacunas y más cuando han pegado una subida del 30%.

La Liga ha vendido el 10% de sus derechos televisivo a un fondo de inversión. Eso sí que es una novedad. Quizá será también por la nueva normalidad. La Comisión inter autonómica ha acordado que la vuelta de la Liga sea con una asistencia del 40% de los espectadores en los campos de fútbol y del 30 % en los recintos cerrados. Es una propuesta que habrá que revisar en un par de semanas según la evolución de la quinta ola. Mientras tanto teníamos olimpiadas todos los días, a falta de otras noticias, las 24 horas del día. Los informadores tienen cubierto mucho tiempo y muchas páginas, que en el mes de agosto, créanme, son difíciles de rellenar.

Antonio Balibrea

 

 

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