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El oscuro pasado del orfanato de la Misericordia de València se convierte en una ‘escape room’

Castigos ejemplares, alumnos muertos en extrañas circunstancias, ruidos de origen desconocido que quiebran el silencio de la noche… La leyenda de fantasmas de la antigua Casa Hospicio de Pobres del barrio de la Fuensanta revive ahora en un sofisticado juego con fines didácticos que han desarrollado tres profesores del instituto que hoy tiene su sede en el mismo edificio

Lo llamaban “El Paradís”, pero poco tenía que ver con jardines de ensueño y grandes festines. Era el apelativo irónico con el que se denominaba en los años sesenta a la antigua Casa Hospicio de Pobres de Nuestra Señora de la Misericordia, que hoy alberga la sede en València de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), un centro de formación profesional y un instituto de Enseñanza de Secundaria a la que acuden a diario 4.000 alumnos y cerca de 200 docentes. Entre los alumnos todavía está muy presente el oscuro pasado de este amplio complejo arquitectónico, que relata castigos ejemplares, fatales epidemias de gripe y muertes de niños en extrañas circunstancias. Uno de los estudiantes, apellidado Campos, falleció al precipitarse a través de una ventana del tercer piso de uno de los edificios. Algunos testimonios hablan de suicidio –“echaba de menos a su madre”- y otros, como leemos en el blog del antiguo alumno Ismael Sánchez, apuntan a un accidente: “Lo vi caer, pegando de cabeza en la barandilla de hierro. En el lugar donde debería haber habido una bola de bronce, ahora había un espárrago de rosca de diez centímetros que le destrozó el cerebro instantáneamente, mientras rebotaba me giré e intenté cogerle, pero solo alcancé a rozarle el brazo antes de que se estrellara contra el cemento del suelo frente al campo de fútbol, como una marioneta desmadejada”.

No sabemos si este relato tan terrorífico y cinematográfico se ajusta o no a la realidad. Lo que sí es cierto es que en el IES de la Misericordia circula hace años la leyenda de que el alma en vilo de este niño deambula todavía por los estrechos pasillos del antiguo orfanato. Fue en el año 2009 cuando varios empleados de limpieza y vigilancia aseguraron haber presenciado una serie de fenómenos paranormales. Luces que se encendían y apagaban sin razón aparente; ruidos sobrecogedores de procedencia indeterminada… existe incluso el testimonio de una mujer que dijo haber visto a un niño saludándola de madrugada desde la ventana del tercer piso. El caso -que ha sido objeto de estudio entre la comunidad de parapsicólogos y protagonizó uno de los capítulos del programa televisivo Cuarto Milenio-, ha servido de base argumental para un proyecto de innovación educativa financiado por la Conselleria.

Foto: EVA MÁÑEZ

Se trata de una escape room con todos los ingredientes de un juego de escapismo profesional, pero plenamente integrado como herramienta al servicio de los alumnos de Bachillerato de este instituto público. Tres profesores de distintos departamentos -Tecnología, Educación Física y Música- han sido los responsables de concebir, desarrollar y construir este juego interactivo, que se puso en marcha el pasado mes de mayo. Realizan desde entonces quince pases a la semana, siempre durante las horas lectivas.

“A los alumnos les da miedo bajar a la cripta”

Los juegos de escapismo, que surgieron en 2011 en Hungría como una alternativa de ocio inspirada en las aventuras gráficas de los videojuegos de los años ochenta, son una tendencia pujante dentro del ámbito educativo. Concretamente, la escape room del IES de la Misericordia se distingue de otros proyectos similares por el elevado nivel de complejidad de la ambientación y su sofisticada dinámica de juego. La aventura comienza en una habitación oscura -llamada, cómo no, El Paradís- llena de enigmas, acertijos y cerrojos con combinaciones alfanuméricas. Las respuestas, relacionadas con el espíritu irredento de un antiguo huérfano de la Misericordia, están ocultas en muebles, mapas, tablas, libros o instrumentos musicales. “La leyenda del fantasma está muy viva entre el alumnado, que tiene miedo a bajar a la cripta -confiesa Alexis Calvo-. Es un tema del que hablan mucho, incluso algunos estudiantes han realizado trabajos académicos de investigación sobre ello”.

 “Queríamos hacer una escape room que fuese algo más complejo que la típica yincana de toda la vida -nos explica Xiroi Pastor, otro de los impulsores del proyecto-. Necesitábamos una temática, y la leyenda del instituto nos puso el contexto en bandeja”. “Nuestro reto ha sido integrar en el ámbito educativo algo no científico, como una leyenda de fantasmas, pero con fines pedagógicos muy claros -corrobora otro de los profesores implicados, Alexis Calvo-. Para poder encontrar la salida en este juego, los alumnos deben trabajar durante una hora habilidades en  áreas como matemáticas, historia, geografía, física, música… Lo más interesante de todo es que para hacerlo bien es mucho más importante saber trabajar en equipo, buscar soluciones creativas y utilizar el pensamiento abstracto, que tener muchos conocimientos previos”.

La educación basada en la retención de conocimiento es cosa del pasado. El aprendizaje por competencias, las habilidades sociales y el pensamiento lateral cobran valor en detrimento de otros parámetros como las calificaciones en la carrera. Durante el primer mes que ha estado en marcha El Paradís, los docentes han extraído ya curiosas conclusiones. “El otro día vino un grupo de alumnos de matrícula de honor, y fueron los que más han tardado en salir. Sin embargo, hemos visto cómo les ha ido mejor a otros grupos de alumnos que no tenían tan buenas calificaciones, pero que han sabido apoyarse más unos a otros, han sido más observadores y no se han frustrado tanto cuando han visto que se atascaban en alguna parte del juego. En este tipo de juegos se ponen a prueba la resilencia y el trabajo colaborativo, que son habilidades imprescindibles para la sociedad de hoy en día».

Este primer experimento tiene carácter transversal, pero el claustro del IES de la Misericordia tiene en mente adaptar en el futuro esta escape room a asignaturas concretas. “Por ejemplo, ceder durante un trimestre este espacio al departamento de Historia para que lo ambiente en la Primera Guerra Mundial, y que de este modo pueda incluso servir como método de evaluación de la asignatura”, comenta Alexis.

“Es cierto que comíamos muy poco, pero así era la posguerra”

Hemos hablado de la leyenda, pero ¿cuánto hay de realidad en ella? “Está demostrado que se practicaban castigos ejemplares a los niños, que algunos de ellos murieron ahogados en la piscina del complejo y que otro cayó por la ventana”, asegura Calvo. “A mediados de los años cincuenta, cuando trajeron aquí a los primeros niños, hubo muchos conflictos entre los alumnos más mayores, de 18 años, y los profesores, que eran más o menos de la misma edad -comenta Xiroi-. Decidieron entonces que el orfanato sería solo hasta los 14 años. Así acabaron los enfrentamientos, pero es cuando comenzaron los abusos por parte de los curas”.

Foto: EVA MÁÑEZ

Andrés Castañeda residió entre 1954 y 1961 en la Misericordia. Sus recuerdos no son tan dramáticos. Él y su hermano ingresaron con 4 y 6 años porque su madre, viuda y sin recursos económicos, no podía hacerse cargo. “Ocurrieron cosas buenas y malas, y es cierto que hubo conflictos y curas que se excedieron, sobre todo porque no eran religiosos con vocación de sacerdote ni de profesor; eran por lo general personas sin recursos que se ordenaban para huir de la miseria y poder comer y estudiar. Desde luego, en aquel entonces no circulaban historias de fantasmas ni cosas paranormales”.

“Hay que entender la época -continúa-. Estábamos en plena posguerra y acababa de ocurrir el desastre de la riada de 1957. Además, hubo una epidemia de gripe asiática; recuerdo que los niños que tuvimos la suerte de no caer enfermos éramos los encargados de llevar a las habitaciones las cacerolas para dar de comer a los compañeros que estaban en cama. Éramos unos mil niños repartidos en diez secciones. Había una sección aparte que era “la de los meaos”; es decir, la de los que todavía se hacían pis en las sábanas”. “Sí, había castigos, y nos daban de comer muy poco, pero no creo que hubiese podido comer más de haber crecido en casa de mi madre. Había dureza y seriedad, pero la época era así. Yo no puedo quejarme porque pude hacer una vida normal, casarme y tener hijos y nietos”.

Marta Moreira
Fotos: Ev Máñez
Artículo publicado en Valencia Plaza

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