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Elucubrando

¿Cómo empezó el lío de Palestina e Israel?. Pues si hemos de hacer caso a los medios, Netanyahu, que no logra ser presidente pero se las apaña para seguir siéndolo, seguramente por las necesidades de sus líos personales (sabe que le espera el banquillo apenas le bajen de la presidencia) se dedicó en cuerpo y alma a molestar por todos los medios a los palestinos de dentro y fuera de sus fronteras hasta que se produjo el estallido de Hamas y sus cohetes caseros.

Una vez estallado el conflicto se invocó como de costumbre a su tradicional aliado y protector USA que, bajo el mando de Biden, respondió con mesura repitiendo la vieja doctrina del derecho de Israel a defenderse y el envío de un embajador extra para que mediara en el conflicto. Netanyahu conseguía así ser refrendado por el imperio y le importaban tres pepinos los votos y lo que le echen.

Pero la cuestión de fondo es la relación coste beneficio que sin duda se hacen muchas multinacionales yanquis. Todos sabemos que Israel es un invento de ingleses y norteamericanos para disponer de una poderoso ejército de acción rápida para intervenir en la cosa del petróleo si fuere necesario. Eso, hoy, con las nuevas
tecnologías, ¿es necesario? Y, sobre todo, ¿es rentable?

¿No sería mucho más barato pactar con Irán y levantarle las represalias si a cambio se consigue algún control real sobre la industria atómica y alguna participación en el negocio del petróleo? Si eso se alcanza, la necesidad de apoyar a Israel desaparecería, porque, al fin y al cabo, cuando hace falta, los que tienen que ir a dar el callo son las milicias de USA y sus subordinados, entre las cuales tenemos el honor y la desgracia de pertenecer.

Y además del beneficio económico, USA saldría beneficiada porque desaparecería el coste político de un ahijado al que los derechos humanos de los palestinos se la traen al pairo y no digamos el coste ideológico de cómo justificar y apoyar tanta barbarie.

Es verdad que todo ello podría llevar un coste político por el peso del judaísmo entre las élites políticas norteamericanas, pero ¿a quién ama un rico más, a su patria, o a su fe, o a sus dineros?

Es que los tiempos están cambando y en vez de buscar la mujer, como preconizaba el héroe francés de tantas novelas, hay que volver al pretor romano y preguntarse a quien aprovecha, ver por donde van los negocios y aprender a comprar lo más barato.

Juan García Caselles

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