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Héctor Abad Faciolince – “El olvido que seremos”

 

 

Libro: “El olvido que seremos”.

Autor: Héctor Abad Faciolince

Editorial: Alfaguara

Año: 2006

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El título de este libro corresponde al comienzo de un poema de Borges sobre lo que somos y el olvido que nos espera, y de cómo el éste borra nuestras huellas. El autor ha escrito la obra como una crónica y como un epitafio.

La historia del Doctor Abad es la de un valiente líder social que llegó a ser asesinado. Solo su idealismo le llevó a ese final sin pretenderlo.

Su hijo decide escribir ante la impotencia del hecho para recoger lo que pudo representar para los suyos. El protagonista es un hombre bueno, candidato por el partido liberal a la alcaldía de Medellín, su lugar de nacimiento, lugar donde discurrieron gran parte de sus días y sus desvelos. Todo el relato está descrito a través de la mirada de su hijo que ha asumido la belleza de lo que le ha reportado su padre, su entrega, su pasión por la vida y por los suyos.

Es un relato lindo y minucioso, colorista y florido, a veces apasionado, siempre prolijo, enriquecido por los múltiples personajes que se entrecruzan con la vida del Doctor Abad.

Fernando Trueba, enamorado del libro, dibuja su figura a través de Javier Cámara trasladando esta obra a la pantalla.

A través de las andanzas del Doctor Abad conocemos su pensamiento y sus inquietudes. Muchas de las escenas están referidas a su ciudad, y a las inquietudes sociales y políticas de Colombia en unos años de plomo que por desgracia no concluyeron con su asesinato en el verano de 1987. Son vísperas de la caída del Muro de Berlín y la sombra de los comunistas sigue siendo alargada. No tanto como riesgo de enfrentamiento de bloques sino como un clima, un pretexto para todo tipo de coartadas

Abad hijo describe sus primeras andanzas como escolar en una familia numerosa que comparte las casas colindantes de un  mismo barrio, a las vivencias familiares, casas en las que se alojan otros parientes. Es patente por los detalles cómo va creciendo su adoración por su padre. Es el único varón entre un nutrido grupo de hermanas.

Reconstruye el autor pieza a pieza la vida del Doctor Abad, tanto como  estudiante de Medicina, con gran capacidad de liderazgo estudiantil y grandes dotes para la Medicina, como en los años posteriores. Su encuentro con la que será su mujer, y madre de sus hijos, la crianza de todos, y sobre todo su concepción familiar tiene rasgos divertidos.

El Doctor Abad es un hombre agnóstico, marxista en lo económico y liberal en lo político. No concibe vivir en otro régimen que no sea un sistema democrático, como cualquier liberal, pero es también un hombre comprometido con su entorno, con una fuerte vocación de servicio público, al servicio de los más necesitados. Usa sus conocimientos como epidemiólogo a favor de la salud pública ejercida cotidianamente entre las comunidades de su entorno. Defiende una medicina preventiva frente a la visión terapéutica de sus compañeros de profesión, asunto que le ocasionó más de un disgusto y algunos enemigos. Estos preferían ganar dinero con terapias que solo podían pagar los pudientes en una sociedad con grandes desigualdades.

Su formación en USA agrandó sus conocimientos para detectar y poner en marcha programas de salud pública que elevaron los niveles de vida media de pueblos y ciudades, con el firme propósito de disminuir las enfermedades infantiles y la desnutrición de los niños en las barriadas obreras. En el devenir de su trabajo le llevó a ser conocido y querido por muchos, mientras que en otros despertó el recelo y el odio. Siempre se enfrentó a ellos con una cierta sonrisa, cuando no una abierta carcajada.

Acusado de comunista y de compadrear con la guerrilla situó sus pasos en una lucha constante por sobrevivir a todos los desencuentros con los poderosos de Medellín, bien desde su actividad académica en la Universidad de Antioquia, como de sus actividades para fomentar la salud pública en las comunidades de base.

Es tristísimo el relato que recoge la narración en el momento en que ve perder a su hija y cómo cuenta el narrador ese dolor e impotencia que le invade al enfrentarse a la muerte de una muchacha de 16 años.

Al final en sus actividades como activista asume el encargo de Presidente electo de la Comisión de Derechos Humanos, cargo que un le compromete más, quizá definitivamente, al enfrentarse y denunciar los malos tratos de la represión del ejército, la policía y los paramilitares en esos años, en que con los enfrentamientos represivos con la población se cobró muchos muertos, torturados y desaparecidos.

Después de su compromiso como agregado cultural en México, decidió volver a la vida activa en Colombia. Este último dato fue lo que determinó que los paramilitares fijaran su atención en él y con la ayuda del servicio de inteligencia determinaran su asesinado. Era un peligro para sus intereses.

Había que acabar con aquel cerebro pensante que además venía adornado de grandes dosis de bondad, compromiso y reconocimiento social. Era para ellos un colectivo a batir. La justificación era clara, ser filocomunista y estar en contacto con la guerrilla colombiana. Eran años en que una acusación de este tipo llevaba aparejada la muerte.

Héctor Abad dedicó los últimos años de su vida a defender los derechos humanos en Colombia hasta que fue asesinado en la puerta del sindicato de maestros a donde acudió al ser tiroteado uno de sus conocidos dirigentes.

Después de su muerte y la de su acompañante, otros  compañeros en la Comisión de Derechos Humanos aun fueron asesinados en los días subsiguientes. Otros, advertidos del peligro, incluso el relator de este libro, acabaron teniendo que huir del país para no ser asesinados.

La obra es de imprescindible lectura dentro de la narrativa contemporánea. La historia de Héctor Abad es una crónica que corre en paralelo a la historia de Colombia y algunos de los personajes que se entrecruzan en ella han sido senadores o presidentes del país. Es además una entrañable historia de amor de un hijo por un padre a quién rinde tributo a través de este texto que no tiene otro objetivo que además de un deber de verdad, justicia y reparación, oponerse al olvido.

Pedro Liébana Collado

  1. Luis de Luxán Meléndez Says:

    Se trata de una muy acertada y recomendable propuesta, que comparto plenamente. Es la historia conmovedora y plena de amor filial del hijo que se reconcilia con la memoria de su padre, a cuyo asesinato anunciado le abocaba sin remedio un compromiso insobornable con la justicia y la igualdad. Héctor Abad, el hijo novelista, lo culpó entonces de su propia muerte por no saber o querer evitarla; ahora, nos recrea en carne viva el testimonio ejemplar de bonhomía y valor humano que encarnará ya para siempre el doctor Abad, auténtico héroe de nuestro tiempo.

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