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«La aportación de Podemos está siendo fundamental. De ahí la excitación de los medios contra los ministros ‘comunistas'» Entrevista a Antonio García Santesmases

Antonio García Santesmases es una de las mentes más lúcidas del socialismo español. Filósofo y uno de los fundadores de la corriete de opinión del PSOE Izquierda Socialista, tuvo un papel fundamental en la articulación del frente cultural del Partido Socialista. En esta entrevista analiza los grandes contenciosos que han dividido históricamente a los españoles, para así entender las encrucijadas del presente: la forma del Estado, la cuestión religiosa y la articulación del poder territorial.

El PSOE ha sido el partido por excelencia de la democracia española. Ha gobernado 23 años de los 41 que se han seguido desde las primeras elecciones constitucionales de 1979. Sin embargo, su hándicap de partida es que no ha sido nunca un partido reformista, sino un partido de Estado. ¿Tiene capacidad el PSOE de ser reformista o está condenado a seguir actuando en el terreno del bloqueo institucional?

Lo primero sería matizar la tesis que aparece en la pregunta. Si pensamos en las elecciones celebradas desde 1.979 el PSOE es efectivamente el partido por excelencia pero si consideramos lo ocurrido desde 1.989 la perspectiva cambia. El último resultado electoral del PSOE, rozando la mayoría absoluta, se produce en octubre del 89. Desde entonces – y han pasado treinta años- nunca ha alcanzado más de 170 diputados. El Partido Popular sí ha conseguido en el año 2.000 y en el 2.011 sonoras mayorías absolutas con más de 180 diputados. El PP lograba aglutinar todo el voto de liberales, conservadores, democristianos, ultraderechistas. Esta asimetría explica lo ocurrido en el siglo veintiuno. El PSOE de Zapatero sólo logra gobernar con el apoyo de ERC y de IU, en sintonía con el tripartito que gobierna en Cataluña. Ese acuerdo le lleva a realizar una serie de políticas que ponen en cuestión el imaginario liberal-conservador: recuperación de la memoria histórica; nuevo estatuto para Cataluña; matrimonio homosexual; negociación con ETA; retirada de las tropas de Irak. Son políticas que chocan con la idea de Nación, con la interpretación de la transición, con los límites de la democracia establecida. Para los conservadores Zapatero es el nieto de un militar republicano que reivindica su memoria. Aparece como el símbolo de la España de los vencidos que quieren reivindicar su lugar en la historia. No lo pueden tolerar y, por ello, la campaña en su contra fue tremenda. Por ello entienden que el gobierno actual es una continuidad de aquellos, a su juicio, nefastos tiempos.

El PSOE nunca había tenido a su izquierda un sujeto político capaz superar los 23 diputados de Santiago Carrillo. Durante la Transición, los tácticos del PSOE sentían pavor ante la perspectiva de un PCE conciliatorio, parecido al italiano, que ocupase un espacio político importante en España, y ante la posibilidad de que se convirtiera en el principal movimiento de la izquierda. A día de hoy, con sus 35 diputados y su participación en el Gobierno, Unidas Podemos se ha convertido en el principal condicionante de la agenda socialista. ¿Qué valoración haces de la relación del Partido Socialista con Unidas Podemos?

Si uno repasa testimonios de aquellos años es cierto que muchos pensaban que en España se impondría un modelo italiano con un fuerte partido comunista y un fuerte partido democristiano. Se pensaba que las dos culturas- la católica y la comunista- conformarían las fuerzas políticas pero no fue así. La hora de la Democracia cristiana había pasado y los méritos del PCE en la lucha contra el franquismo no fueron recompensados. Ocurrió lo mismo con Ruiz Giménez y con Tierno. Se impuso un cambio generacional. ¿Hubiera ocurrido lo mismo si el PSOE hubiera presentado a Rodolfo Llopis y el PCE a Nicolás Sartorius (el denominado entonces Berlinguer español)? Es una pregunta contrafáctica que siempre me hago. Si Franco hubiera muerto en 1.970 la renovación generacional del PSOE no se habría producido. ¿Deseaban los ciudadanos recordar la guerra civil?; ¿ operó la memoria de las siglas? Se prefirió pasar página y no recordar ni a los protagonistas del frente popular que encabezaban las listas del PCE ni a los portavoces del franquismo que nutrían las candidaturas de Alianza Popular. Dos hombres jóvenes (Suárez y González) con poco pasado, televisivos, dispuestos a acceder a una modernidad sin traumas. Se optó por lo que José Luis Aranguren llamaba la democracia establecida.

En relación a la segunda cuestión la valoración de la presencia de Podemos en el gobierno depende del juicio que hagamos de la época de Zapatero y del 15M. Si pensamos que con Zapatero había llegado LA HORA DE LOS VENCIDOS como analizó brillantemente Ignacio Sotelo, es evidente que para los socialistas de mi generación el 15M tenía una doble cara. Positiva al poner en cuestión la salida de la crisis económica tras el 2008. Negativa porque al haber vivido lo que habíamos vivido con el odio de las derechas a Zapatero nos parecía muy injusto equiparar el PSOE al PP.

El mérito de Podemos se centra en dar una salida institucional a muchas de estas demandas y buscar una salida a esa protesta, a ese malestar, a esa desafección juvenil, que no eran capaces de articular los sindicatos de clase. El haber dado voz a esa generación es un mérito indiscutible. Por ello se decía entonces que los hijos de los socialistas votaban Podemos y que esa percepción fue esencial en la victoria de Sánchez en las primarias del 2.017.

Hay expresidentes que, aún estando oficialmente fuera de la vida política, tienen un rol fundamental en el debate público. Es el caso de José María Aznar, que opera desde la Fundación FAES, pero también de Felipe González, que ejerce su influencia desde otros dispositivos como el grupo PRISA. ¿Qué valoración haces de la evolución política de Felipe González, de revolucionario a estadista, y de estadista a paladín de las élites, durante estos años?

Los grandes líderes siempre intervienen. Gónzalez en el PSOE; Aznar en el PP; Anguita en Podemos e Izquierda Unida y Beiras en el nacionalismo gallego. Pujol no ha podido por los problemas judiciales que le afectan. En el caso de González porque todo lo ocurrido en la época de Zapatero y en el gobierno de Sánchez es contrario a lo que él defendió. Tras la implosión de UCD González logró una mayoría absoluta y más de 200 diputados. Volvió a conseguir una mayoría absoluta en el 86 y sólo a partir de 1.989 empezó el declive. González siempre apostó por un proyecto socialista autónomo sin relación con otras fuerzas a su izquierda. Al que optar lo hizo por Pujol frente a Anguita. No es el caso de Zapatero; por ello sí hay que ver un precedente a pactos de izquierda hay que estudiar lo ocurrido aquellos años del 2.004 al 2.008.

Hablando de Felipe González, recientemente el PP, PSOE y Vox evitaban que el expresidente fuera investigado por su vinculación con los GAL. La guerra sucia contra ETA puso de relieve el poder político de los aparatos del Estado. Ocurre algo similar con el caso Villarejo, que ha revelado el uso espurio de las instituciones estatales. Max Weber decía: «Queda por ver si la socialdemocracia asaltará el Estado o será el Estado el que asalte la socialdemocracia». ¿Está el PSOE en condiciones de emprender la tarea de democratizar los aparatos del Estado?

El ser partido de gobierno en momentos donde había una terrible violencia terrorista es una de las páginas más terribles de aquellos años ochenta y noventa. Efectivamente todo el Estado de derecho fue puesto en cuestión por la razón de Estado. Siempre recuerdo aquellos artículos certeros y valientes de Ignacio Sotelo, un gran amigo recientemente fallecido, que nos interpelaba a todos. Izquierda socialista recogía aquella denuncia en el comité federal del PSOE y siempre estábamos muy solos defendiendo aquellos principios. Nos afectó a todos muchísimo el Gal, las condenas, la marcha a Guadalajara (que influyó mucho en la caída de Borrell tras el éxito en las primarias); pero también el dolor cuando se produjo el atentado a Tomás y Valiente, que tanto había denunciado la razón de Estado o cuando se produjeron los atentados contra José Ramón Recalde o Ernest Lluc. Años muy duros, muy dolorosos, muy terribles, de los que es muy difícil hacerse cargo tiempo después. De ahí el éxito de la novela de Aramburu. El éxito de Patria remite al deseo de saber lo que había ocurrido y lo que se vivía en aquellos años de violencia.

Cuenta Gregorio Morán que Indalecio Prieto, después de la guerra civil, llegó a defender la monarquía como una buena opción. El histórico dirigente socialista, Enrique Múgica, definió al PSOE como el partido «posibilista y accidentalista» por antonomasia, sobre todo cuando se trataba de la forma de Estado, y señalaba como un sector del partido fue accidentalista en la posguerra, cuando se acercó a Estoril y a don Juan. Durante la Transición, Felipe González, tuvo un papel fundamental a la hora de legitimar una monarquía heredera del franquismo y sus buenas relaciones con Juan Carlos I eran bien conocidas. Tras la abdicación del rey emérito, Rubalcaba parafraseó a Gómez Llorente para justificar la compatibilidad del proyecto socialista con la monarquía. ¿Cuál ha sido la relación histórica del PSOE con la institución monárquica?

Son momentos distintos y sintéticamente procuraré no eludir ninguno de ellos. Al terminar la Segunda Guerra Mundial Prieto intenta evitar que se produzca una nueva traición a los derrotados en la guerra civil. Abandonados por Inglaterra y Francia por la política de no intervención en 1.936 Prieto trata de conseguir que la causa española no sea de nuevo olvidada. Era consciente de que llegaba la guerra fría y se imponía división del mundo en bloques militares. Había que buscar una fórmula que permitiera acabar con la dictadura. El acuerdo entre Prieto y Gil Robles pasaba por ofrecer una fórmula socialista y democristiana, aceptable a los vencedores en la segunda guerra mundial. Una fórmula que permitiera acceder a una monarquía parlamentaria como en Inglaterra, en Bélgica, en Holanda, en Suecia, en Dinamarca o en Noruega.

No pudo ser. Se impuso la lógica de la guerra fría y Franco pasó de ser el aliado de Hitler y Mussolini a ser el aliado de los norteamericanos a los que facilitó su presencia geoestratégica con las bases militares. Prieto fue derrotado y denunció la nueva traición en artículos impresionantes desde el exilio pero todo fue en vano. Don Juan prefirió pactar con Franco la educación de su hijo en España desde final de los años cuarenta.

A pesar de ello grupos socialistas como el de Enrique Tierno Galván seguían optando por jugar la carta de la monarquía como salida de la dictadura. Fue uno de los motivos de choque entre Llopis y Tierno. El exilio había quedado escarmentado por el pacto de Estoril con el Pardo y no quería volver a jugar esa baza. Los opositores del interior sí consideraban que era útil. A Tierno le acompañaba en esa postura Dionisio Ridruejo y muchos de los que fueron al encuentro de Munich entre la oposición del exilio y del interior en 1.962.

Cuando llega la transición la hegemonía de los reformistas del franquismo era manifiesta. El éxito del referéndum sobre la ley de reforma política les hizo pensar que todo el campo era oregano pero no fue así. Se decide elaborar una constitución porque el resultado del 15 de junio del 77 no le dio a Suárez la mayoría absoluta que había soñado. Se produce entonces una pinza entre Suárez y Carrillo que dejaba al PSOE poco margen de maniobra. El PCE no quería hablar de la monarquía. El PSOE pensaba que era imprescindible que la comisión constitucional debatiera el tema de la forma de Estado. La intervención de Gómez Llorente en representación del grupo socialista es de enorme interés para los historiadores. En ella se señalan dos cosas de inequívoca actualidad: el PSOE es compatible con la institución monárquica si ésta es la decisión mayoritaria de la cámara. Una decisión que no excluye que en el futuro la decisión que hoy se toma pueda ser fruto de una consulta a las nuevas generaciones. Esa hipotética consulta desaparece de la intervención de Rubalcaba en el 2.014.

Tras las últimas informaciones sobre los negocios del rey emérito y las investigaciones judiciales abiertas en España y Suiza, se ha abierto el debate sobre la utilidad de la monarquía así como la posibilidad de revocar la inviolabilidad del Rey y limitar su aforamiento. ¿Estamos más cerca de la posibilidad de un referéndum que permita consultar a los españoles sobre la forma de Estado? ¿Cuál será esta vez la postura del PSOE?

Si no tuviéramos el problema de las nacionalidades históricas, la emergencia de los nacionalismos y el desafío catalán no me cabe la menor duda que estaríamos mucho más cerca de un posible referéndum. Ante todas las noticias que van apareciendo observamos que los medios de derechas y los periódicos liberales tratan de salvar la institución a pesar del rey emérito. Un día se carga contra la corrupción que va apareciendo y otro se defiende la ejemplaridad de la conducta del actual monarca.

Como el argumento no es muy sólido y como además es poco convincente apoyar instituciones no sujetas al control democrático, continuamente se insiste en que la monarquía es una garantía de la unidad. No pudiendo volver a repetir que la transición fue modélica se opta por defender que la monarquía es un mal menor ante el reto del independentismo. Por ello pienso que sin ese desafío el referéndum sería mucho más factible y las posibilidades de una tercera república mucho más grandes.

El éxito de la socialdemocracia en Europa fue parejo al establecimiento del Estado del Bienestar que se rompió entre los años 70 y 80 con la hegemonía de los principios neoliberales. A diferencia de lo ocurrido durante la crisis de 2008, la pandemia del Coronavirus ha traído consigo un sentido común neokeynesiano transversal a todas las ideologías políticas. ¿Se trata de mera retórica funcional a las élites o se ha ensanchado efectivamente el espacio para implementar un proyecto socialdemócrata en Europa?

Creo que se ha ensanchado el espacio, que la batalla va a ser muy difícil y que en este punto la aportación de Podemos va a ser, está siendo, fundamental. De ahí la excitación de los medios contra los ministros “comunistas”. Se ha ensanchado el espacio europeo porque algo hemos aprendido de la lección del 2.008. A mayor neoliberalismo económico mayor defensa de una identidad refugio. Ante el mundo de la precariedad, de la inseguridad, de la desigualdad, necesitamos certidumbre, arraigo, raíces, identidad. Y esta identidad puede ser mestiza o puede ser monolítica, puede ser nacional o supranacional, puede ser reactiva o transversal. Aquí está el gran debate. Lo digo en un momento en el que he sentido muchísimo, como si me hubieran dado una bofetada, la derrota de Podemos en Galicia. Más allá de los errores y de las divisiones me parece tremendo que no se haya reconocido el papel de una gran ministra como la ministra de trabajo. Me ha recordado lo que cuenta Michel Obama cuando al salir de la Casa Blanca por fín pudo dar rienda suelta a sus sentimientos y se echó a llorar pensando que eran los suyos los que la habían abandonado.

Ese abandono se puede dar porque las medidas no lleguen a tiempo, porque no sean suficientes, porque vayan acompañadas de políticas que no se comparten; todo es posible y nos motivos antagónicos sino complementarios. Puede que también influya los que prefieren un proyecto independentista a las complejidades de la batalla europea, pero es muy duro pensar que te estás batiendo el cobre por articular un escudo social y que los electores te castigan de esa manera. Es un día triste para los que apostamos por políticas de izquierda pero muy revelador de que la lucha será compleja y que no ha hecho sino empezar. A algunos les puede importar un comino la gobernabilidad del Estado español pero cuando ves todo lo conseguido y observas esa desafección no hay más remedio que constatar la desolación.

La, finalmente fracasada, candidatura de Nadia Calviño a presidir el Eurogrupo ha puesto encima de la mesa el debate sobre el margen que tiene el Gobierno de Coalición para implementar medidas sociales en un país de la periferia europea ante un horizonte de austeridad. ¿Qué se está jugando en Europa?

Como decía en la respuesta anterior se está jugando todo en un momento en que Merkel cierra el ciclo y Macron está muy debilitado, en que en Italia asoma Salvini, y en que nos sentimos reconfortados con la dureza del primer ministro portugués pero en este primer round el que ha triunfado ha sido el primer ministro holandés. Cada uno va a jugar con astucia y con ingenio sus cartas pero si nosotros (las distintas izquierdas) somos capaces de recuperar lo mejor de la Europa Laica y lo mejor de la Europa cristiana podemos ganar la batalla.

Durante tu trayectoria te has interesado por la cuestión del laicismo y por la necesidad de hacer un estudio laico del hecho religioso. Los pactos de la Transición condujeron a un modelo de Estado aconfesional, que reconoce el papel de la Iglesia católica en el propio texto constitucional y que propone un modelo de colaboración entre la Iglesia y el Estado en el ámbito educativo. Ahora que la ultraderecha de Vox trata de situar de nuevo la catolicidad como elemento de la identidad nacional, ¿qué pasos habría que dar para avanzar hacia una república laica?

Efectivamente me ha interesado mucho el laicismo porque vengo de una generación muy influida por el debate cristiano-marxista de final de los años sesenta y principio de los setenta del siglo pasado. La generación que leíamos los libros de Aranguren y de Tierno, que asistíamos a los congresos de Filósofos jóvenes y que estábamos imbuidos de los debates que propiciaba José María Díez Alegría. El cristianismo que yo conocí entonces era un revulsivo frente a la dictadura y un inventivo al pensamiento. Siempre recuerdo a los grandes maestros (Caffarena, Tornos, Bolado) que traté en el El Instituto Fe y Secularidad, de los que tanto aprendí.

¿Qué queda hoy de todo eso? Creo que queda mucho y las izquierdas deberían aprovechar la presencia de Bergoglio. Vox, Bannon, la ultraderecha representan una lectura del catolicismo vinculada a las identidades nacionales reactivas contra la inmigración y la diversidad, Abascal se va a Covadonga para iniciar su andadura pero si uno tiene la paciencia de leer todos los jueves (como hacía mi maestro Gómez Llorente) el suplemento Alfa y Omega, suplemento de la diócesis de Madrid, que aparece en el diario ABC, podrá constatar que la defensa de los débiles, de los excluidos, de las víctimas va en una dirección completamente distinta a la defendida por Vox. Por ello Abascal decía que a él no le interesaba lo que dijera el ciudadano Bergoglio, mientras Pablo Iglesias defendía sus posiciones. Ese es el camino. Romper la amalgama entre nación, religión y tradición para reivindicar una forma distinta de entender Europa, la laicidad, la multiculturalidad y las múltiples caras de la religión. También de la religión emancipatoria que está esperando ser acompañada por las distintas izquierdas. Leamos Alfa y Omega, discutamos con los compañeros de Éxodo y busquemos formas de sintonía, de complicidad, de alianza entre lo mejor de la Europa ilustrada y lo mejor de la Europa cristiana. Pueden ser un soporte imprescindible para la guerra cultural que se avecina.

Sara Serrano
Artículo publicado en La Última Hora

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