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La sutil sonrisita

Decepcionante el debate electoral. Decepciona lo estudiado y falso que resultó, porque en realidad todos los candidatos estuvieron de 10 si nos atenemos al cumplimiento y nivel de representación de sus papeles. Todos soltaron la parte que más vende de su discurso para sus fieles; todos se cuidaron de sacar los pies del tiesto y dar mala imagen; todos lanzaron andanadas provocativas para incitar a sus oponentes a cometer errores, pero ninguno cayó en esas trampas.

Así, el debate transcurrió sin pena ni gloria, dejando muy claro que los equipos asesores eran buenos y los actores también. Al final fue como si hubiésemos visto una de esas películas de Holliwood realizadas con los mayores medios y mejores técnicos, pero de esas de las que al día siguiente ya ni te acuerdas de qué iba.

A mí, particularmente, el debate no me dijo nada que no supiera. Pedro Sánchez volvió a recurrir por enésima vez al mantra de diseño, repitiendo y volviendo a repetir que Pablo Iglesias le ha impedido no sé cuantas veces ser Presidente de Gobierno, ocultando la verdad (por si a alguien se le ha olvidado) que si llegó a Presidente es porque Pablo se encargó de que lo fuera.

Por comentar algo del debate me quedo con la sonrisita de inteligencia y suspicacia con la que Pedro Sánchez respondió en una ocasión a Iglesias para “demostrar”, con ese gesto y las palabras que le acompañaban, que a él Pablo no le engaña, que en el fondo y encubiertamente Pablo está loco de ganas por entrar en el gobierno. Este Pedro otra cosa no será, pero buen actor sí lo es. Con un solo gesto, con una sonrisita envenenada, nos dio a entender las ocultas y sórdidas intenciones de Podemos: participar en un gobierno, entrar a gobernar. Asombrosa y sutil observación si no fuese porque Podemos lleva diciendo eso mismo desde el momento de su fundación.

Y esta “acusación” la firma el Secretario General de un partido que está, y sabe que va a seguir estando, muy lejos de poder gobernar sin que otros partidos le den su apoyo. Pero él es del PSOE, el partido bendecido por Dios (léase Ibex 36) el único partido que hoy puede gobernar con el permiso de los poderes fácticos hasta que el PP se reponga de su enorme mochila de corrupción, después de la avalancha de juicios a la que está sometido en la actualidad. Esto lo dice Pedro Sánchez, alguien que gobierna gracias a que Podemos, generosamente, entendió que era vergonzoso que este país estuviera presidido por un tal Rajoy, que estaba cargado de corrupción hasta las cejas.

Aún así, Sánchez tuvo la desFACHAtez de decirnos, ayudado de esa sonrisita de suficiencia, sarcástica, suspicaz, cargada de sutileza, que no nos dejemos “engañar”, que lo que Pablo Iglesias pretende es entrar en el gobierno. Y lo presenta como si se tratase de algo ilegítimo, algo maligno, algo a lo que una persona como Pablo no puede tener ningún derecho, ni humano ni divino.

Pues bien. De acuerdo con que divino no, pero derecho humano tiene todo el del mundo. A lo que no tiene derecho es a entregarle mi voto a Sánchez para que gobierne por la cara. Sería la última vez que un servidor votase a Podemos.

Miguel Álvarez

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