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Ladrones de felicidad

Hay ladrones que roban para conseguir migajas de vida. Son supervivientes. Gente a la que no le dejamos obtener lo propio y les obligamos a apropiarse de lo ajeno. Maldita propiedad que siempre pone límites entre los que tienen, aunque les sobre, y los que nunca tendrán, aunque lo necesiten. Estos son ladrones de urgencias, de hambre, de necesidad. Seguramente irían al cielo, si existiera, porque ya han vivido el infierno aquí, que sí existe. Así hemos montado esta historia. El derecho a comer, está por debajo del derecho a poseer.

Pero hay otros ladrones que roban felicidad a los demás, sin pestañear. No saben lo que son necesidades, porque las tienen todas cubiertas y lo que roban es la posibilidad de que otros las cubran.

Roban bienestar, roban tranquilidad, roban sueños. Su avaricia es absoluta, y tachan de vagos a aquellos que no llegan porque ellos también les han robado los medios para llegar. Sonríen desde la opulencia, dan discursos con trajes de diseño y viajan en coches blindados contra cualquier sensibilidad. Son inmunes a los abucheos y piden condenas infinitas contra los que enturbian su tranquilidad amañada.

Roban educación, salud, derechos, dignidad, vida. Se amigan con el poder y manipulan la justicia para que la balanza siempre caiga del mismo lado. Caminan con guardaespaldas porque tienen la espalda frágil y se les asoma el miedo. Les encanta que se derrumbe lo público para que crezca lo suyo, y tienen un séquito de aduladores que les cantan sus falsas virtudes. Roban felicidad y ni siquiera la disfrutan pensando en obtener más.

Pero hay más, hay otras gentes, muchas, que creen que no roban, y miran este escenario desde el balcón sin querer saber que son cómplices de todo.

Un día, tal vez inesperado, se acabarán los disimulos y esas gentes bajarán a la calle y empezarán la nueva revuelta que tratará de recuperar el equilibrio, querrá devolver la dignidad desde las mayorías comprometidas con lo colectivo, y pondrá coto a los ladrones, que se creían inmunes y que ahora, señalados con el dedo en el banquillo, deberán devolver toda la felicidad robada.

Habrá cantos y risas por las calles, cabalgatas con los brazos abiertos. No, nos ha tocado la lotería, dirán, hemos recuperado nuestra felicidad.

Quizás esto sea en el 2019. Depende de nosotr@s.

Rafa Rivera.

Arquitecto

  1. Lola Vicente Palanca Says:

    Rafa tu como siempre, tan acertado y ten sensible a los problemas sociales.
    Me apunto contigo a trabajar por un año 2019 donde todo ser humano y el cosmos en su totalidad seamos un poco más felices. Pero con la felicidad que a la que tu apuntas.
    ¡ FELIZ 2019!

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