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Los monaguillos

En todos los partidos existen militantes de buena fe, aquellos que creen en los postulados que dicen defender, militantes que, con inquietud unos y pasividad otros, comprueban a diario que las cosas no son como debieran, pero que no se deciden a protestar, ni pedir explicaciones, ni tampoco a romper el carnet. También hay otros que están ahí a la espera de lo que caiga cuando llegue su momento. Aparte quedan lo corruptos de siempre, La Casta, los Grandes Sacerdotes y otros muchos a los que en estos momentos se podrían clasificar como “monaguillos”.

Si analizamos, desde el punto de vista del daño que la corrupción hace a este país el affaire del Presidente de Extremadura y el jaleo montado con sus viajes amorosos, veremos que es uno de los escándalos políticos de más bajo coste. No pretendo justificar a nadie pero habrá que reconocer que en el PP valenciano tenemos casos cien mil veces más gordos desde el punto de vista económico… y no pasa nada. La diferencia está en que Monago, creyendo desde su especial punto de vista de Casta que, comparativamente, “lo suyo no era nada” llevó su caso mediáticamente muy mal cometiendo errores en cascada; por ejemplo: hablar con la prensa y hacer declaraciones exculpatorias. Un fallo muy grave: hoy todo el mundo sabe por boca de él mismo que ha mentido repetidamente y que hay un dinero público no justificado. Un pepero listo debía haber hablado con Camps para tomar lecciones de cómo despreciar a la prensa y no contar ni reconocer nada.

Por otra parte, en el Congreso, los dos grandes partidos montaron el numerito para hacer como que se hace y modificar el sistema de control de los viajes de los parlamentarios, cuidándose mucho de que nadie pueda llegar a fiscalizar nada. Se trata de un nuevo desprecio (ya nos tienen acostumbrados) a la inteligencia de los ciudadanos, pero dejando claro que tampoco ellos están en condiciones de hacer mucho más, tal es el enmierde que tienen montado.

Cada día es más evidente que los dos grandes partidos están repletos de Monagos y monaguillos, de gentes que aprovechan sus cargos, carguitos y carguetes para meter mano al erario público, unos para vivir de él y otros para hacerse además con un “dinerillo para el día de mañana”. Es el caso, entre otros muchos, del montón de “asesores”, de cargos públicos que pululan por mapa político del país, sin que nadie sepa para qué demonios están ni qué hacen, ni que capacidad o formación tienen para asesorar a nadie. Que muchos sean familia, vecinos o cuñados de los asesorados parece dar una pista de lo que va el asunto. ¿Pecamos de mal pensados?

Lo peor de los monaguillos es que se cuentan por decenas de miles siendo ese colectivo una auténtica sangría para las arcas públicas. Y aún hay quienes se preguntan frente a un hipotético gobierno de Podemos que de donde podrían sacar el dinero para sus proyectos sociales. Somos como niños.

Miguel Álvarez.

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