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No hay día de la marmota

Recuerdo, durante años, haber escrito este artículo de verano con un sabor amargo. Esa sensación de que no pasaba nada y que volveríamos en septiembre y todo seguiría igual. Quizás a quienes tienen un pensamiento conservador les resulte el estado óptimo: que no haya sobresaltos. Pero quienes queremos que la situación mejore, que la política funcione, que los problemas se aborden, … es evidente que la parálisis no es un estado deseable.

En esta ocasión, no hay Día de la Marmota.

Todo se mueve a una velocidad vertiginosa. Existe la política. Existe la posibilidad de mover las piezas de un tablero anquilosado, envejecido, y mucho más (no podemos olvidar la corrupción implícita). Y eso se observa también en el ánimo social. La ciudadanía vuelve su mirada con esperanza al gobierno socialista.

El PSOE ha recobrado la primera posición en el electorado español porque la gente observa que las cosas se pueden hacer de otra manera. Que no es cierto el determinismo inevitable en política.

Respecto al PP, nunca hubieran imaginado ni sus militantes ni sus dirigentes vivir una situación de “primarias” que revolucionaran orgánicamente el partido. Los análisis ahora son sobre la derechización del partido, el hilo entre Casado y Aznar, y lo divertido que será ver competir a Rivera y Casado, como dos gemelos en imagen y en espacio social.

Pero, en mi opinión, lo realmente importante es que el PP no había hecho la regeneración generacional necesaria, no solamente de liderazgos, sino de organización. Como siempre ocurre, la izquierda, en este caso el PSOE, abre caminos sociales y políticos, también en lo que supone la organización interna de los partidos políticos. Y, aunque la derecha se resiste, critica sin piedad, y practica el inmovilismo como es habitual, acaba sucumbiendo a la introducción de derechos. No le quedó más remedio que aceptar la incorporación de la mujer o el matrimonio homosexual, y ahora se ven envueltos en ese “demoniaco” invento socialista que son las primarias.

En fin, que el terremoto de la moción de censura ha despertado a España, al Parlamento, y también a los propios partidos políticos más rancios como es el PP.

A Ciudadanos no le pinta bien el panorama. De verse en la cumbre, subiendo como la espuma debido a la inutilidad de Rajoy y el PP, se ve ahora situado en una incómoda posición, puesto que puede quedar en medio de lo que él ha criticado tanto: el bipartidismo. Difícil tendrá ahora seguir su proceso de derechización para recoger el voto del PP, puesto que Casado no le dejará espacio, y no tiene fácil recuperar el centro liberal. Su desaparición mediática indica que está diluyéndose rápido. Si no acierta en su competición con el PP, puede quedarse como una muleta del gran partido de la derecha.

Y Podemos sigue su lento camino hacia el rincón ideológico de la izquierda más extrema. Soñó con alcanzar el cielo, consiguió despertar al electorado en un momento dado, pero no ha sabido mantenerlo, más bien al contrario, se está resituando en una IU modernizada, después de haberse comido a este partido, a sus siglas, y a muchos de sus militantes más formados.

El curso político que vendrá después del verano no será fácil. Lleno de obstáculos en las votaciones en el Congreso, con dificultades que obligarán a negociar y consensuar permanentemente, y a una oposición que realizará el PP como si él no hubiera gobernado hasta ayer mismo.

No sabremos si habrá elecciones generales antes de tiempo o no. Pero sí entramos en año electoral. Y la ciudadanía tendrá la palabra y el voto.

De momento, la confianza al PSOE por su forma diferente de gestionar y concebir la política y el papel de España está dando frutos positivos.

Ana Noguera

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