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¡Qué casualidad!

El rey Felipe ha manifestado conocer, desde hace un año, las fechorías de su padre. Hasta un mentencato sabe que en una familia, y más en las reales,  saben de qué van las cosas de casa (no tienen otra cosa que hacer). Por lo tanto (o por lo tonto) sabe de siempre como es el pedazo de padre que tiene. Y mire usted por donde, justamente ahora que alguna parte de esos “reales” múltiples chanchullos han salido a luz, se descuelga con que ya lo sabía y que lo deshereda, o se deshereda él, que para el caso es lo mismo. ¡Qué casualidad!

Y lo viene a decir precisamente ahora, cuando todo el país se encuentra absorbido y conmocionado por una epidemia que amenaza en constituirse en uno de los mayores desastres de los últimos tiempos, ahora que todo el mundo, desde el último empleado de la pollería hasta los funcionarios de la administración del Estado, incluyendo a  los jueces, todos, estamos pendientes de adaptar nuestros quehaceres a este nuevo tiempo, además de, como cualquier otros hijos de vecinos, hemos organizar nuestras casas y familia adaptándonos lo mejor posible a las exigencias de lucha contra esta epidemia. Justamente ahora lo reconoce, ¡Qué casualidad!

Y ahora ¿casualmente también? es cuando los asesores de la Casa Real, (¿podría decirse con nocturnidad y alevosía?) aconsejan al hijo del Rey Emérito que se aleje de él, que ensucia, ¡caca! que está contaminado, que lo que toca ahora, es dejarlo terminar de vivir en paz, con sus rollos de siempre. Que ahora, además, es un nuevo momento, muy bueno, para hacer el papel que siempre hace la monarquía: realizar una declaración institucional para que todo el mundo sepa y se entere de que la familia real, especialmente el Rey, viven profundamente preocupados y les quita el sueño la situación del pueblo español, especialmente de aquellos más desfavorecidos por la fortuna y la salud. Que es ahora el momento de estar todos juntos (en torno a ellos) y que no tiene ninguna duda de que luchando y sacrificándonos (nosotros) saldremos adelante, unidos (en torno al monarca) como siempre hemos demostrado a lo largo y ancho de nuestra ya larga Historia.

Yo no soy monárquico, creo que se me nota, pero es que, además, los borbones son una familia muy especial. El primero de ellos, el de Anjou, Felipe V, francés, fue impuesto por las armas por el país dominante de la época, Francia. Luego vinieron los demás monarcas, que podrían ser clasificados en dos grandes grupos: los más malos que la tiña y el grupo de los peores, en el cual se encuentran Carlos IV, Fernando VII y Alfonso XIII. Y así hasta hoy.

Miguel Álvarez
Publicado en EL ECONÓMICO DIGITAL el 20 de marzo de 2020.

 

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