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Zaplana, con él empezó todo

Eduardo Zaplana, detenido este martes por presunto blanqueo de capitales, ha sido considerado el origen de muchas cosas en la Comunitat Valenciana. Un político que marcó una época entrando por la puerta grande y que se marchó haciendo un mutis por el foro.

Zaplana (Cartagena, 1956) empezó su carrera política como alcalde de Benidorm, continuó de presidente de la Generalitat Valenciana, llegó a ministro de Aznar y terminó su carrera como diputado del PP para saltar a una gran empresa como Telefónica. Sobre todo representó el inicio de la era de dominio apabullante del PP en la Comunitat Valenciana, ya que abrió una etapa de 20 años de dominio avasallador, que ha sido también una era marcada por la corrupción. En todos sus puestos ha ido dejando rastro.

En sus inicios políticos, cuando Zaplana era presidente del PP de Alicante, ya se vio envuelto en el primer escándalo de financiación ilegal del partido, el caso Naseiro, cuando se le grabó en una conversación con Salvador Palop en 1990 sobre el presunto cobro de comisiones. Las escuchas fueron anuladas en el proceso y se libró indemne.

Pese al precedente, menos de dos años después, en noviembre de 1991, Eduardo Zaplana consiguió llegar a la alcaldía de Benidorm gracias a una tránsfuga socialista. Las elecciones del mes de mayo propiciaron una mayoría del PSPV, pero medio año después el PP consiguió que prosperara una moción de censura con la tránsfuga socialista Maruja Sánchez. Con la vara de mando en la mano, no obstante, Zaplana ya tenía los ojos puestos en la Generalitat que entonces ocupaba el socialista Joan Lerma.

Las siguientes elecciones fueron las del cambio de gobierno. En 1995 el PP conseguía sus mejores resultados en unas elecciones autonómicas, pero necesitó acordar con Unión Valenciana el ‘pacto del pollo’ nombre que se otorgó al acuerdo por la forma de repartirse el poder: para el PP la Generalitat y para UV la presidencia de las Corts Valencianes. Pero al final el PP se comió a UV en las siguientes elecciones. En 1999 llegaba la primera mayoría absoluta.

Empezaban los tiempos de vino y rosas en el PP. Al año siguiente de entrar Zaplana en el Palau lo hacía José María Aznar en la Moncloa, con una riada de votos valencianos que se plasmaban en el histórico mitin en el estadio de Mestalla, cuando Aznar fue arropado por Zaplana y Rita Barberá miles de asistentes. Hitos como este le valieron a Zaplana formar parte del elenco de invitados de la boda de la hija de Aznar de la que tanto se ha escrito en las crónicas de tribunales.

En la Comunitat Valenciana empezaron los grandes proyectos, y también sus ruinas y sus implicaciones en casos de corrupción. Los principales ejemplos son la adaptación de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, un proyecto socialista pero que cambiaron en gran parte Zaplana y sus consellers, poniendo como nueva pieza central del complejo el Palau de les Arts, con su polémica ejecución de construcción. También vinieron después Terra Mítica (parque de atracciones construído sobre terreno forestal quemado y recalificado) que comportó un juicio con una veintena de condenados -uno excuñado de Zaplana- por una trama de facturas falsas, y la Ciudad de la Luz, el ‘Hollywood’ alicantino que acabó sancionado por la Unión Europea y en venta al mejor postor.

En esta época Eduardo Zaplana se rodeó de dirigentes del PP que han acabado salpicados por corrupción en su gran mayoría. Empezando por Rita Barberá en València -fallecida cuando era investigada. Fichó para el PP al investigado Alfonso Rus y al condenado exconseller Rafael Blasco, también compartió andanzas con el condenado presidente de la Diputación de Castellón Carlos Fabra y con el ahora juzgado exalcalde de Alicante Luis Díaz Alperi, y dejó como heredero temporal a José Luis Olivas, investigado por la gestión de Bankia.

Ministro de Trabajo

En 2002 Zaplana recibió la llamada de Aznar, se lo quería llevar a Madrid de ministro y allí que se fue en julio de 2002, para ocupar la cartera de Trabajo que amplió a la responsabilidad de portavoz un año después. En València dejaba a quien había sido su mano derecha, José Luis Olivas, que ocupó el interregno de menos de un año hasta que en 2003 viniera el sucesor, Francisco Camps, con otra nueva mayoría del PP. Al poco tiempo empezó una especie de guerra civil en el PP valenciano entre ‘zaplanistas’ y ‘campsistas’, un duelo que todovía tiene ecos en la actualidad.

Pero empezaba ya la decadencia de la estrella de Zaplana. Desde Madrid no podía mantener el poder, pese a tener un hombre fuerte como José Joaquín Ripoll (expresidente de la Diputación de Alicante y también encausado por temas de corrupción). Zaplana puso cara a la nefasta portavocía del Gobierno de Aznar tras  los atentados del 11-M de Madrid, cuando se intentó vender que en la masacre yihadista había intervenido ETA.

La derrota electoral lo llevó a la oposición como portavoz del nuevo PP de Rajoy, sosteniendo el discurso del complot. Con una legislatura en la bancada de la oposición tuvo suficiente y en 2008 abandonó la política activa, fichado por la multinacional Telefónica.

Salpicado por la corrupción

Pero pese a no estar en la política activa Zaplana no ha dejado de verse involucrado en los principales casos de corrupción que afectan al PP. Así en el principal quebradero de cabeza del PP valenciano, el caso Gürtel, hace dos meses el propio Francisco Camps señalaba a Zaplana como quien metió a Álvaro Pérez ‘el Bigotes’ dentro del partido. Estas acusaciones fueron negadas por Zaplana contestando con el rencor del traicionado: «Sería lo único en lo que habría seguido mis directrices».

También ha salido su nombre en el caso Taula y una de las principales empresas públicas que se utilizaron para el cobro de comisiones ilegales: Ciegsa, la entidad creada por el Consell de Zapalana para construir centros educativos.

Finalmente Zaplana también se ha visto envuelto en las investigaciones del caso Lezo que mantienen en prisión al expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González.

Toni Cuquerella
Artículo publicado en ElDiario.es

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