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Decrecimiento (3)

El planeta no da para más, hemos de replantearnos nuestro modo de vivir, estar dispuestos a realizar los esfuerzos que sean necesarios. No utilizo la palabra sacrificio porque esto no va de renunciar a nada ni sufrir necesidades o escaseces. Hablo de esfuerzos, trabajo, o sea, lo que hemos hecho siempre los humanos cuando hemos querido alcanzar un objetivo. Eso sí: hemos de caminar en dirección contraria al abismo y eso implica conocer o averiguar la ruta y medios a seguir.

Los estudiosos del Decrecimiento han elaborado lo que ellos denominan “círculo virtuoso” y que en realidad es un resumen de tareas. Se trata de las ocho “R”: Revaluar, Reconceptualizar, Reestructurar, Redistribuir, Relocalizar, Reducir, Reutilizar y Reciclar. De ellas destacan tres por su papel estratégico: Revaluar porque conduce a todo cambio, Reducir porque condensa los imperativos prácticos del Decrecimiento, y, la Relocalización porque concierne a la vida cotidiana y al empleo de millones de personas.

En algunos de estos objetivos, por ejemplo: Reducir, Reutilizar y Reciclar, podemos intervenir directamente, dependiendo de nuestra actuación importantes logros y beneficios. Debemos implicarnos a fondo en ello. “Hacer más con menos” es la consigna y hay que tomarla como una orden. Todos debemos colaborar en ello, pero de nuevo es imprescindible que sea la Administración la que asuma en serio la dirección y organización. También será imprescindible una acción legislativa, administrativa, y también coercitiva para acabar con la lacra de la Obsolescencia Programada, apretándole las clavijas tanto como sea necesario a los fabricantes infractores.

Es necesario tomar conciencia de que nuestro planeta tiene una capacidad limitada. Habrá que hablar mucho acerca del control de la natalidad. Este es un tema en el que todos debemos colaborar para no agravar la situación, y, que depende y debe seguir dependiendo de nuestras buenas prácticas.

Un paso importante, decisivo, es reflexionar sobre el principio del “Contaminador- Pagador”. Esta idea es novedosa, aunque no nueva. Fue formulada por Pigou a principios del siglo XX. Consiste en corregir precios con un sistema basado en impuestos y subvenciones. Impuestos a aquellos productos que, por considerarse contaminantes o nocivos, necesiten un gravamen que compense los gastos que originan sus propios reciclajes, limpieza y, en su caso, descontaminación. Así, por ejemplo, el que prefiera ir solo en su propio coche a Madrid tendrá que pagar en la gasolina la carga de los descontaminantes, del consumo de un bien perecedero, etc. A su vez se implementarían subvenciones a aquellas tareas, productos, etc, que produzcan efectos externos positivos. Siguiendo con el mismo ejemplo anterior: si ese mismo viajero decide ir a Madrid en un transporte público, se beneficiaría de las ventajas que las subvenciones producirían en dichos transportes. De este modo, sin cambiar prácticamente el sistema de mercado, se produciría un acercamiento entre el interés general y el interés particular de los ciudadanos. El Decrecimiento y transformación ecológica de la Sociedad promete, como hemos dicho, no para mañana, sino para hoy mismo, una vida y entorno más sano, más tiempo libre y una convivencia más amable.

Otra medida imprescindible y más conocida es implantar, de una vez por todas la fórmula conocida como la Tasa Tobin, una tasa que “castigue” las transacciones financieras especulativas, que les complique la vida a los especuladores financieros.

Ya mencioné la necesidad de la jornada laboral de seis horas. En un mundo donde la productividad se multiplica exponencialmente gracias a los nuevos métodos y avances tecnológicos, robótica, etc, es absurdo que haya que trabajar ocho horas, o más, mientras se malmantiene a un ejército de parados, personas que no dejamos morir, pero a las que obligamos a malvivir. No comprendo cómo es posible que ningún sindicato hable de esto.

Por supuesto que hay que implantar una Renta Básica que asegure mínimamente que nadie sucumba mientras rehace, o no, su vida. Además, hay que implementar soluciones habitacionales e higiénicas que permitan que no hayan personas durmiendo en la calle. Eso se llama solidaridad, o, en lenguaje del pueblo: hoy por ti y mañana por mí. (nadie está a salvo de un desastre personal)

Cambios de este tipo, auténticamente revolucionarios, encontrarán, por supuesto, la resistencia de aquellas empresas que dejarían de ser rentables. En cambio, se obtendrá el apoyo de aquellos sectores y empresas más dinámicos y que estén por la innovación y el desarrollo tecnológico.

En este punto conviene hacer una advertencia: el desarrollo tecnológico debe responder a la conveniencia o necesidad de hacer más con menos, en la búsqueda de un decrecimiento sereno y sostenible. Lo otro, la patraña del Desarrollo Sostenible es un oximorón, puesto que ningún desarrollo puede mantenerse en el tiempo. Fíjense que los que utilizan ese slogan lo hacen porque queda bonito y no obliga a nada. A los hechos me remito.

Para terminar este breve resumen solo me queda añadir o subrayar la imperiosa necesidad de recuperar la política. Para ello no hay que dejarse influir por los lamentos de los aparentemente descorazonados, la mayoría de ellos no pueden presumir de haberse desilusionado, cuando jamás han sabido estar ilusionados. A los que presumen de estar de vuelta se les debe preguntar ¿cuándo y a dónde fuiste? A los que afirman que están cansados de moverse para nada, se les debe preguntar: ¿Cuéntame cuánto y cuándo te moviste para estar tan cansado?

Implicarse no significa convertirse, ni vivir, como héroes o mártires, sino simplemente participar noble y positivamente en tu hábitat natural, siendo consecuente, (qué gran palabra) y, aportar tu grano de trigo en la medida de tus posibilidades y conocimientos. Simplemente. No se trata de nada más.

Ver:

Decrecimiento 1

Decrecimiento 2

Miguel Álvarez

 

 

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